sábado, mayo 14, 2011

Cálido arte

Observaba desde la comodidad de mi auto, como, poco a poco, iba cobrando vida mi obra de arte. Creación y destrucción, a veces, pueden ser sinónimos. El humo y los gritos desesperados son los primeros vestigios del caos, a su vez, ráfagas de adrenalina recorren mi cuerpo. “Jamás podría cansarme de esto”, pensé.

El estallido de los vidrios de las ventanas me lleva a la euforia. Pronto, las atrevidas llamas van lamiendo el lugar. Lo que hace apenas unos minutos parecía un firme edificio va quedando reducido a crujidos y escombros.

Los primeros sobrevivientes escapan de la trampa de fuego. Inoportunos, como siempre, me hacen abandonar aquella majestuosidad en el mejor momento. Ya tenía el pie en el acelerador cuando una voz me paralizó.

“Salga del auto con las manos en alto”, gritó el policía.

Obedecí sin chistar, cual autómata. Realmente no tenía mi completa atención, estaba embelesado ante tan genuina belleza. La imponente llamarada era ya inmune a los chorritos de agua que brotaban de las mangueras de los bomberos. Los paramédicos, inútiles ahora, se limitaban a amontonar bolsas de cadáveres.

“¿Cuál es su nombre?”, preguntó el policía.

Mientras tanto, otro policía registraba mi auto.

“John Doe”, respondí.

“Lo tenemos jefe”, anunciaba el otro policía, mostrando el interior de mi maletín. “Es el pirómano”.

El triunfo, sin embargo, era mío. Ya se desplomaba, cual castillo de naipes, la estructura…
AKHV

3 comentarios:

Ana Marina Méndez dijo...

Me gustó :)

Ana Karina Hernández Vides dijo...

wiiiiiiii! mi primer comentario :D

Anónimo dijo...

This one rocks a lot!A LOT!!! =p